Finlandia también sufre de importantes retos en el sector
educativo. Al igual que en otros países Finlandia vive con inquietud el acoso escolar. ¿Cómo abordan en Finlandia el acoso escolar? Con el método KiVa. KiVa es un acrónimo sencillo de las palabras finlandesas Kiusaamista Vastaan
(contra el acoso escolar). Con esta iniciativa, Finlandia está logrando
frenar el acoso escolar y el ciberbullying en sus aulas. Implantado ya
en el 90% de los colegios de educación básica su éxito ha resultado tan
arrollador que contar, o no, con este proyecto ya es un requisito que
muchos profesores y alumnos tienen en cuenta a la hora de elegir y
valorar un centro educativo donde trabajar o estudiar.
El método KiVa surgió de un serio
compromiso entre la comunidad educativa y el gobierno finlandés. «El
proyecto se fue poniendo en marcha aleatoriamente en los colegios
finlandeses», cuenta Christina Salmivalli, profesora de Psicología en
Turku y una de las creadoras del método KiVa al diario ABC. La universidad realizó, unos años después, un estudio para evaluar cómo se iba desarrollando el programa.
Los resultados fueron espectaculares.
«Fue el mayor estudio realizado en Finlandia. Participaron 234 centros
de todo el país y 30.000 estudiantes de entre 7 y 15 años. El
método KiVa había logrado reducir todos los tipos de acoso en los
colegios. Los casos de acoso escolar desaparecieron en el 79% de las escuelas y se redujeron en el 18%», explica la profesora.
Sólo con un año de implantación los investigadores comprobaron que en algunos cursos el número de niños acosados bajó incluso un 40%. Pero además se llevaron una grata sorpresa al constatar que «KiVa también aumenta el bienestar escolar y la motivación por estudiar, al mismo tiempo que disminuye la angustia y la depresión», dice Salmivalli.
Sólo con un año de implantación los investigadores comprobaron que en algunos cursos el número de niños acosados bajó incluso un 40%. Pero además se llevaron una grata sorpresa al constatar que «KiVa también aumenta el bienestar escolar y la motivación por estudiar, al mismo tiempo que disminuye la angustia y la depresión», dice Salmivalli.
En España incluso se ha lanzado una campaña de recogida de firmas para que implanten en los colegios la misma formación que se ha hecho en Finlandia para reducir el acoso escolar.
Según afirma la Embajada de Finlandia en Madrid:
“Un impresionante 98 % de las 1000 escuelas que participaron en el
programa en 2009 pensaron que su situación había mejorado durante el
primer año de la iniciativa. Estadísticas de más de 100 escuelas
participantes indican que tanto la victimización como el acoso escolar
habían disminuido considerablemente en el primer año de implementación.
El programa KiVa ha recibido varios premios incluyendo el Premio Europeo
de Prevención del Crimen en 2009, el Premio de Política Social por el
Mejor Artículo en 2012 y cuatro Premios Nacionales en Finlandia en 2008,
2010, 2011 y 2012.”
A diferencia de otros modelos que se centran exclusivamente en la víctima y el acosador, “KiVa intenta cambiar las normas que rigen el grupo” —indica la profesora—. Dentro del grupo están los otros, esas personas que no acosan, que observan, que son testigos y que se ríen.
A través de esa comunicación no verbal
transmiten el mensaje de que lo que pasa es divertido o está bien,
aunque tengan una opinión diferente. No hay que cambiar la actitud de la
víctima, para que sea más extrovertida o menos tímida, sino influir en
los testigos. Si se consigue que no participen en el acoso, eso hace
cambiar la actitud del acosador. El objetivo es concienciar de lo
importante de las acciones del grupo y empatizar, defender y apoyar a la
víctima».
Los estudiantes reciben una veintena de
clases a los 7, 10 y 13 años para reconocer las distintas formas de
acoso y mejorar la convivencia, según informa El Confidencial.
Hay diez lecciones y trabajos que se realizan durante todo el curso
académico sobre el respeto a los demás, la empatía… Cuentan con material
de apoyo: manuales para el profesor, videojuegos, un entono virtual,
reuniones y charlas con los padres… «Detectamos que muchos niños
víctimas no contaban su caso. Así que añadimos un buzón virtual. De esta
forma, pueden denunciar si son víctimas o testigos y nadie lo sabe»,
cuenta Christina Salmivalli. Para hacerse una idea, KiVa establece que
los vigilantes del recreo usen chalecos reflectantes para aumentar su
visibilidad y para recordar a los alumnos que su tarea es ser
responsables de la seguridad de todos.
“KiVa se puso en marcha en esta escuela en 2008”, dice Jouni Horkko, director de la escuela primaria Karamzin. “Por entonces, nuestros casos de acoso superaban la media de las escuelas finlandesas, pero tras el primer año de implementación redujimos la cifra en un 60%. Hoy tenemos 500 alumnos y en torno a 14 casos al año”, explica a El Diario El País.
En cada colegio hay un equipo KiVa,
formado por tres adultos que se ponen a trabajar en cuanto tienen
conocimiento de un caso de acoso escolar o ciberbullying en el centro.
«Primero actúan como filtro, para reconocer si es un acoso sistemático o
algo puntual. Después se reúnen con la víctima para dale apoyo,
ayudarla y tranquilizarla. También hablan con los acosadores para que
sean conscientes de sus acciones y las cambien», indica.
Los docentes del método KiVa se
entrevistan con el o los acosadores, la víctima y a cuantos alumnos
crean conveniente citar; sopesan en qué momento es mejor comunicar la
situación a los padres y hacen un seguimiento del caso. “Generalmente,
tras la entrevista donde el acosador es apercibido, deja de hacerlo. Hay
casos difíciles, que pueden llevarnos a cambiar a la víctima de grupo,
pero son francamente excepcionales”, comenta una de las responsables del
equipo KiVa. Los miembros del grupo contra el acoso (en el caso del
colegio Karamzin son cuatro) se compone de maestros que el propio
director suele elegir teniendo en cuenta sus cualificaciones
universitarias en temas relacionados con la violencia escolar o estudios
de comportamiento de grupos, entre otras disciplinas.
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